Este año decidimos participar en la Liga del Náutico de Oliva, una serie de seis regatas de club. El motivo es bien sencillo: obligarnos a Juan y a mi a quedar para navegar, e intentar hacer un papel honroso con el Chitra. Sabíamos que tenemos un rating bueno, pero también éramos conscientes de que nuestro barco es muy pesado, qué lleva velas de crucero y que en ceñida, lo que es ceñida pues a 40 º máximo y con apuros. Vamos, que su mejor rumbo es un descuartelar, aún así, ahí estábamos, en esas salidas en las que por seguridad nos separábamos de los otros barcos, ya que para parar el Chitra y maniobrar en poca agua con el desplazamiento que tiene ¡da miedo! Participamos casi en todas las regatas, divirtiéndonos y aprendiendo, sobre todo en las eternas empopadas donde la cerveza ahogaba la distancia con los otros barcos y las penas de no superar a ninguno.
